Cuando hablamos de dominio público, en general, podemos referirnos a dos situaciones.  En primer lugar, al vasto conjunto de creaciones del intelecto humano cuya utilización es libre, incluyendo todas aquellas obras producidas antes de la invención de los derechos de autor – desde las pinturas rupestres, pasando por Grecia, Roma, el Renacimiento, las obras de Shakespeare, Cervantes,  La Araucana,  la arquitectura maya, las danzas y cantos mapuche, y un larguísimo etcétera – además de todo aquello que no constituye obra, como las recetas de cocina, los trucos de magia, las fórmulas matemáticas y tantos otros.

De este modo, entendemos que el dominio público constituye una fuente prácticamente inagotable de conocimientos, de manifestaciones culturales, de objetos que han formado y conformado el devenir cultural de la humanidad, incluidos aquellos pueblos que reconocen a Chile como el lugar donde se transmite la antigua cultura y se crea la nueva.

En un segundo sentido, consideramos al dominio público como un estatus legal, determinado por la no aplicación de las normas de propiedad intelectual. Es decir, como una condición cuyos contornos son fijados por reglas jurídicas, que entregan certeza sobre la no aplicación de normas exclusivas y excluyentes en el uso de obras intelectuales.

Pero mientras el valor del dominio público no hace sino aumentar, gracias a una capacidad cada vez mayor para la difusión y la interacción, y una cultura cada vez más interconectada, las condiciones legales son cada vez más difíciles de entender: las leyes de propiedad intelectual cambian continuamente, disminuyendo la certeza sobre la libertad para usar una creación de dominio público.

Como una forma de  ayudar a la solución de este problema, nos hemos dado la tarea de estudiar los aspectos legales que determinan la condición de una obra como parte del dominio público, según las normas legales vigentes en Chile.

A través del análisis de esas reglas, lo que intentamos es proveer mayor certeza respecto de las razones que permiten defender el libre uso de aquellas creaciones que forman parte del patrimonio común.

Se trata de un esfuerzo inédito en el país que esperamos ayude principalmente a administradores de archivo, compiladores, académicos, investigadores, bibliotecarios y creadores de distinta índole, para que puedan realizar labores de preservación y rescate del patrimonio común y la creación de obras nuevas.

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